viernes, 2 de agosto de 2013

Dimitry por el mundo. Kedada Zona Zero 2013: Día 3 y reflexiones.


Hoy es el último día de la estancia en Ainsa, antes de irnos también haremos una rutilla, por lo que toca volver a madrugar. Hoy me siento extrañamente bien físicamente, supongo que se deberá a las viandas de la noche anterior y el digestivo posterior, no me duele nada, no me noto las piernas pesadas ni nada.
Al ataque!!! Son las 7:30 AM y nos disponemos a darnos un buen desayuno y a maquearnos y ponernos guapas para la última salida del periplo en Ainsa. Desde el inicio de la mañana se veía en todos los miembros de la expedición que era el último día, todos nos hacíamos los remolones como queriendo aprovechar el máximo del tiempo que nos quedaba.
Después de arreglar y recoger el equipaje para no perder mucho tiempo posteriormente, me reúno con todos los compañeros justo a la salida del albergue y comenzamos la ruta. Tras salir del pueblo enfilamos la subida del día. Discurría por una pista con bastante inclinación, de firme con poco agarre y piedras, que las convertía en una subida la mar de graciosa. Subida finiquitada, nos toca un senderito zigzagueante bañado de piedras de todos los tamaños, pero bien fijadas al suelo. Más bien parecían losas que daban el puntito interesante de "¿pasaré? ¿me quedaré enganchao? ¿patinará?" y esa serie de preguntas existenciales que uno se hace en el día a día.
Reunión de grupo, momentos para hacer las últimas fotos del viaje y de disfrutar de los increíbles paisajes. Una vez reagrupados, nos ponemos en marcha en lo que será la última bajada de la excursión. Hoy toca bajar por la Partara, una bajada realmente bonita, con mucho flou, aunque tenía sus momentos que picaban para arriba y que hacían que sudara un poco más de la cuenta con el sillín bajo. Comienzo la bajada con el primer susto. El acceso a la misma se hacía desde una pequeña meseta en la que había que atinar por el sitio correcto, ya que el sitio era estrechito, y solo había unos 10 cm para meter la rueda, justo después de pasar esto, te encuentras con una curva a izquierdas de unos 90º con una importante inclinación, pues el susto viene, que justo al iniciar la maniobra de salida veo que no voy a calar, y efectivamente no calo, por lo que me hago todo este primer tramo con un pie fuera del pedal y el sillín dándome en la boca del estomago y las gónadas de manera alterna. Por fin puedo calar y ahora me puedo dedicar a divertirme.
La bajada transcurre con normalidad, llego hasta la posición de Yarik, me deja pasar y me advierte de lo que viene después, una serie de curvas bastante cerradas en las que todavía no se ha secado el suelo y escurren bastante, este tío es todo un crack, gran biciclista y mejor persona. Sin duda alguna esta es la parte más divertida de la bajada con diferencia, o por lo menos a mi me lo parece. Una vez llegamos abajo, me comenta Perico que en esa zona se le ha atascado el autobús, y ha tenido que coger la barranquilla, poniendo la Nomad patas pa'rriba, gajes del endurer.
Tristemente se acaba el fin de semana de enduro del bueno que hemos pasado, solo nos queda empaquetar y volvernos a las tierras del calufato. Duchita, y procedemos a meter todo en mi pequeño Picachu. Una vez solventado el atasco que se había formado en la plazilla del albergue y todo y todos metidos en el coche enfilamos el morro hacía el sur. Desde el primer momento veo que no estoy yo en la mejor de las formas para conducir otras 10 horas (10 horas por lo menos), así que llegando a Zaragoza decidimos hacer un pit stop para el cambio de piloto, Kimi Raikkonen se pone al volante, bueno, Francis. Me paso al asiento de detrás para descansar un poco, no me voy a dormir, en coche soy incapaz de dormir, pero por lo menos descansaré algo.
Ufff pues parece que me he metido una cabezada, que raro, habrán sido 10 minutos, ¿donde estamos? Coño, esto es Madrid, pues se ve que he superado el trauma de dormir en el coche. Acto seguido, Perico, me prepara un avituallamiento a base de de bocata de morcilla, de tales dimensiones era el bocadillo que me sentó como una patada en los cataplines, os juro que es recordar la morcilla de las narices y me dan unos ardores enormes.
Después de un ratito, uyuyuy que poto, otro que saco la cabecita por la ventana, ahora me mareo, etcétera, hacemos otro pit stop en uno de mis sitios favoritos, Los Abades, no se que tendrán, pero me llama la atención como a una palomita las bombillas incandescentes. 
Entramos, voy directo al cuarto de baño y procedo a descomer la dichosa morcilla. Para dejar el aparato digestivo canelita en rama me tomo una tónica, no hay nada más digestivo que una tónica, y si está acompañada con ginebrita mejor, no por nada, por matar el sabor amargoso de la tónica, ojo, es el único combinado que me veréis tomar, pero si bebes no conduzcas, y si bebes hazlo con moderación, que hay gente que no se mide y acaba con la cabeza metida dentro de retretes agenos.
Cambio de piloto y ya sin novedades hasta Córdoba.




La verdad es que ha sido un viaje para recordar por siempre jamás, con mil y una anécdotas que contar, la única pega que tiene es que pilla un poco retirao, pero sin duda alguna merece la pena ir, los paisajes, las rutas, el ambiente compensa los 1000 km con creces.
Con lo que me quedo de este viaje son los 3 días de enduro pasados, pero sobre todo la compañía de todos, el haber conocido a cracks enormes, como Guti el malagueño y a Yarik, putos amos ciclisticamente hablando y una gente estupenda con la que pasar días de MTB. No me quería despedir de esta serie de crónicas sin mencionar a los Naranjitos, unos legionarios del pedal y por supuesto a todos los miembros que formamos la expedición B,  formada por Antonio "el canijo",  Robe y Chema "el bombero" en la unidad móvil número 1, y en especial a mis camaradas de viaje Perico y Francis, a lomos del Picachu Enterprise.

Con esto termina esta pequeña excursión, y estoy casi totalmente seguro que el año que viene volveré a dar guerra por estas tierras, e intentaré pasar al menos una semana para disfrutar a tope este entorno.